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Luis Estrada.
La Ley de Herodes puso el dedo en la llaga de la censura
Publicada en la Revista no. 52 el 01 de abril 2000
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Por José Antonio Fernández Fernández

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.

Luis Estrada es el director de la cinta La Ley de Herodes, la película que IMCINE intentó censurar y que el escándalo internacional liberó para que finalmente pudiera estrenarse en forma simultánea en 250 salas de la República Mexicana.

La Ley de Herodes es histórica porque muestra con dramatismo cómo funciona el sistema político mexicano.
El padre de Luis, conocido como el Perro Estrada, fue director de un buen número de películas, entre las que destaca en forma por demás sobre-saliente la cinta Los indolentes, una historia narrada con rigor y control absoluto del arte del cine.

Desde niño, Luis Estrada acompañaba a su padre a los Estudios Churubusco y ahí se enamoró del cine. Antes de los veinte años ya era asistente de director. Trabajó con su papá y con otros connotados directores como Felipe Cazals, García Agraz y Arturo Ripstein.

A los 25 años decidió lanzarse a realizar su primer largometraje, Camino largo a Tijuana (1989), inspirado por cintas norteamericanas, particularmente por la memorable París-Texas. Después también produjo y dirigió la película Bandidos (1991), en donde hizo notar su gusto por la dirección de arte, el cuidado de la producción y la fotografía y la dedicación por hacer brillar todos los detalles visuales. El fotógrafo de Bandidos fue Emmanuel Lubezki, quien se dio el lujo de mostrar toda su capacidad para dar look a cualquier escena. Su tercer largometraje fue Ámbar (1995), cinta que costó muchísimo trabajo a Luis Estrada porque está llena de escenarios ricos en producción. Esta convencido de que es la película mexicana de producción más complicada de toda la historia del cine nacional.

La cinta quizá fue vista por unas 20,000 ó 30,000 personas, no más.

José Antonio Fernández: ¿En qué momento te sedujo el cine?
Luis Estrada:
Desde muy niño decidí dedicarme al cine. Es un negocio muy idílico y muy alcahuete porque es casi mágico.
Yo vengo a los Estudios Churubusco desde los 8 años. Con el tiempo el cine se convirtió en mí en una gran pasión.
Cuando terminé la prepa entré simultáneamente a la Facultad de Filosofía y Letras y al CUEC, de donde por cierto me corrieron porque me empeñé en producir un cortometraje hablado en inglés y a los directores del CUEC no les pareció que lo hiciera. Me aplicaron un juicio sumario y me corrieron. El corto se llamaba The vengeance is mine (La venganza es mía). Era una película con Ofelia Medina que se ubicaba en Chicago en 1939. La terminé y en el CUEC se quedaron con ella. Alguna vez se las pedí pero no me la quisieron prestar.
La primera película en la que participé como asistente de dirección (de mi padre) fue Angel del Barrio, en 1975.

J.A.F.: Con Camino Largo a Tijuana hizo su presentación la nueva generación de cineastas de los noventas. ¿Qué los caracteriza como generación?
L.E.:
Te puedo decir que nos tocó una revolución de los medios audiovisuales, por eso somos una generación que tuvo la oportunidad de ver practicamente cualquier película en video y ahí las estudiamos, cosa que los anteriores no pudieron. Hemos visto muchas imágenes porque surgieron una gran cantidad de canales de televisión, como MTV.

Nuestra generación se ha preocupado y mucho por el terminado de las películas. Nos dedicamos más a estudiar las cuestiones técnicas para asegurar que se viera bien la pantalla.

J.A.F.: Es un hecho que las películas mexicanas de los sesentas, setentas, ochentas y parte de los noventas no se veían bien y se oían pésimo. Aún Como agua para chocolate que fue un gran éxito, en algunos cines la gente protestaba porque era demasiado obscura y muchos diálogos ni siquiera se entendían.
L.E.:
Es cierto, los problemas técnicos fueron muy graves, por eso en mi generación buscamos que las películas sí se vieran y se escucharan para exhibirlas en México y el extranjero.
Y ahora también me doy cuenta, ya con la perspectiva del tiempo, que nos preocupamos mucho por la técnica para corregir esos errores y nos olvidamos del contenido. Mi autocrítica es que en mis primeros largometrajes fui muy distante a lo que ocurría en México y tuve una influencia demasiado fuerte del cine de Hollywood.

Lo que está pasando ahora es que ya resolvimos nuestros problemas técnicos y entonces estamos teniendo tiempo para concentrarnos en qué decir.

Una fotografía atractiva, una banda sonora espectacular y una extraordinaria mezcla de sonido ha dejado de ser una preocupación porque es algo que tenemos resuelto.

Ahora estamos dedicados a a encontrar historias más cercanas y más comprometidas con nuestra realidad (no sólo políticas).

J.A.F.: ¿Qué pasó en el cine mexicano que se metió en una crisis tan grande?
L.E.:
Cuando en 1975 me inicié como asistente de producción, en México se hacían más de cien películas por año, ahora se producen poco más de diez.
Es difícil saber qué alimentó la crisis.

Durante muchos años IMCINE se encargó de financiar, producir, distribuir y exhibir el cine mexicano, quizá si se hubiera hecho como hoy, con grandes distribuidoras que le dan importancia a una buena promoción y organizan estrenos simultáneos en todo el país, algunas de las películas hubieran corrido con mejor suerte.

La caída ha sido dramática.

Lo que hoy sí ocurre es que cada vez que se estrena una película mexicana el productor tiene la sensación de que hay que empezar a convencer al público desde cero, porque no hay un movimiento que acostumbre a la gente a ver cine nacional. Entonces la expectativa que se le da a cada cinta es muy grande y si una decepciona las otras seis que se estrenan en el año cargan con ese peso. Y lo mismo sucede a la inversa, una puede beneficiar a todas las demás.

J.A.F.: ¿Consideras que en México el cine se quedó atrás de la radio, la televisión y la prensa? Hablo en términos de temática y de contenido.
L.E.:
De unos seis años para acá, o un poco más, en prensa, radio y en algunos espacios de televisión hablan del país real, mientras que en cine llevábamos años en la isla de la fantasía, narrando historias llenas de subterfugios y metáforas sin querer meter las manos al meollo del asunto.

Cuando hice La Ley de Herodes y decidí llamar a las cosas por su nombre, no sé si por ingenuidad o por malicia, no imaginé que fuera a pasar lo que sucedió con la película, en términos del escándalo que provocó y de los intentos que hubo por obstaculizar su puesta en pantalla.

J.A.F.: ¿Esta generación de cineastas de los noventas había padecido la censura?
L.E.:
Es un asunto que se volvió como la historia del huevo o la gallina, no hay manera de saber qué fue primero. Lo que sí creo es que La Ley de Herodes puso el dedo en la llaga en muchas cosas, y una de ellas es la censura. No sé si en esta ocasión se dio porque sí les molestó, es muy difícil evaluarlo.

J.A.F.: ¿El director siente mucha presión cada vez que hace una película?
L.E.:
Creo que sí porque cuesta mucho trabajo levantar un proyecto.
Al final acabas con la sensación de que puede ser la última de tu vida. Es curioso pero en México resulta más fácil hacer la primera película que la segunda. Y todavía es más difícil cuando tu primera cinta tiene éxito, porque entonces se sientan a ver cómo vas a superar ese éxito y eso ocasiona en muchos una parálisis. En mi caso particular yo concibo esto del cine como una carrera de largo plazo, de resistencia. Por eso soy muy autocrítico e intento aprender de mis experiencias. Lo mejor que nos puede suceder es que nuestra nueva película sea mejor que las anteriores, para que así no se genere una frustación.

J.A.F.: ¿Vives del cine?
L.E.:
Desde los quince años vivo del cine. Y para lograrlo he tenido que ser guionista, productor, director, editor, chofer y administrador y ahora con La Ley de Herodes soy el distribuidor y el vendedor.

Vivo del cine porque he tenido que hacer de todo, difícilmente lo hubiera logrado si sólo fuera direc-tor. A veces me dan pena los cré-ditos de mis películas porque aparezco en todos lados, pero así es.

Yo tengo unas idea muy clara de que no es lo mismo hacer comerciales que producir videoclips, o que dirigir telenovelas o producir películas. Esto es para especialistas porque es muy complejo y hay que dedicarle tiempo a los proyectos para que salgan bien. Yo no creo que un director pueda moverse de medio a medio con tanta facilidad. A mí lo que me gusta, me interesa (sé hacer y quiero seguir aprendiendo) es el cine.

J.A.F.: ¿Cuánto tiempo te ha llevado levantar cada película?
L.E.:
En promedio me he tardado unos tres años en cada una. Es muchísimo.

J.A.F.: ¿Trabajando todos los días en eso?
L.E.:
Claro, es un proyecto de vida. Yo lo hago encantado de la vida, y cuando te va mal resulta muy frustante y duro. Cuando no pasa nada con la película y no ganas dinero ves todo negro.

J.A.F.: ¿Te ha pasado?
L.E.:
Si, claro, el caso de Ámbar fue una experiencia durísima.
Creo que es la película mexicana más complicada que se ha hecho en este país en toda la historia. Creamos un mundo artificial de selvas, barcos y mundos fantásticos que significó un esfuerzo de locos. Me sentí Fitzcarraldo.

Ámbar se lanzó con mínima promoción y mala distribución. Un fracaso así puede sacarte del cine.

J.A.F.: ¿Ha sido diferente con La Ley de Herodes?
L.E.:
Por supuesto, ahora todo mundo me habla, me invitan a muchísmos festivales internacionales y a todo tipo de eventos. Y qué bueno que esto me pasa ahora y no antes, porque también el éxito te puede volver loco. A mí me agarra cuando tengo los pies bien puestos en la tierra.

J.A.F.: ¿En La Ley de Herodes cobraron los actores?
L.E.:
Por supuesto que sí, y espero que ahora que recuperemos en taquilla tenga la oportunidad de darles otro poco más.
Aunque parezca increíble, hoy todavía hay gente que si tiene un buen guión de cine en las manos es capaz de pagar para actuar en él.

J.A.F.: ¿Cómo nace La Ley de Herodes?
L.E.:
Luego del fracaso de Ámbar me detuve a reflexionar.
Quería averiguar en dónde estaba el error. Quería saber por qué el público no se sintió identificado. Entonces, antes de tener un guión, mi decisión deliberada fue hacer una película muy mexicana. Creo que en mi juventud fui muy duro con el cine mexicano y me apasioné demasiado con el cine gringo de los cuarentas, cincuentas y sesentas.

Mientras yo andaba en estas reflexiones sobre el cine que tenía que hacer, se dio el error de diciembre. Fue un golpe muy duro porque algunos sí pensamos que la situación de México era mejor. En el 94 entramos a una crisis social y de valores a nivel nacional.

Me di cuenta que ya me había tocado vivir varias veces la misma historia (de las crisis) y entonces decidí poner eso en pantalla.

La película estaba clara: era una cinta que el principio sería igual que el final, y que mostraría que (en apariencia) los mexicanos estamos condenados a padecer muchas veces la misma historia (de las crisis). ¿Por qué? Porque llevan 70 años en el poder y quieren permanecer.

A partir de estas ideas escribimos una fábula en la que están presentes todos los responsables.
Era La Ley de Herodes, o te chingas o te jodes.
Todo sucede en un pueblito en el que siempre pasa lo mismo con unas consecuencias nefastas.
Es una metáfora dedicada a contar lo que sucede en este país tomando como centro de la historia al pueblo más olvidado, más lejano y más jodido.

J.A.F.: ¿Esto significa que planearon la intención del contenido a detalle, antes de elaborar el guión?
L.E.:
Así es. Hicimos el juego de las cajitas chinas, que una va conteniendo a otra y a otra. La primera es la del poder presidencial que se hace siempre presente, luego está la del gobernador, después la del secretario y al final está el presidente municipal. Se trataba de poner en pantalla cómo operan cada uno de estos niveles que acumulan poder desmedido.
El personaje de Pedro Armendáriz es el eslabón, y el presidente municipal termina por ser el retrato fiel de la impunidad.
(Me llama la atención que cuando al tipo le ponen el logotipo del PRI en la solapa se siente que su destino se hace manifiesto).

J.A.F.: ¿Cómo y cuándo le propusiste la película a IMCINE?
L.E.:
Cuando era director Jorge Alberto Lozoya, una de las etapas más negras y nefastas de IMCINE, lo presenté y no lo aceptaron. Luego la volví a llevar cuando Diego López estaba de director. De entrada me dijo que sí, pero sólo aportó (IMCINE) dinero para que desarrollara el proyecto. Me propuso que consolidara el guión y la parte financiera y después ya no pudimos volver a tratar porque lo renunciaron. Entró Eduardo Amerena y la propuse de nueva cuenta. Me aceptaron el guión que ya estaba muy trabajado. Me había apoyado en Vicente Leñero y Fernando León para hacer ajustes en los diálogos y desarrollar a detalle los personajes.

J.A.F.: ¿Cuánto costó la película?
L.E.:
En números redondos, un millón cuatrocientos mil dólares. Les pedí el 60% y yo puse el resto.
El proyecto marchó sobre ruedas de principio a fin. Firmamos un contrato en el que estaban claros los derechos y obligaciones de cada una de las partes. Todo el tiempo los hice partícipes de la película. No hubo cambios de guión.

J.A.F.: Corrió el rumor de que tú no les avisaste que ibas a decir las cosas por su nombre y que usarías el logo del PRI, la Constitución, el nombre de Miguel Alemán, etc.
L.E.:
Es falso. El rumor corrió ya que se dio el escándalo con el fin de echarme tierra y decir que los había engañado, cosa que no es verdad.
Cuando la terminé se la mostré a Eduardo Amerena, director de IMCINE. Al finalizar la proyección me dio un abrazo y me dijo: está muy dura Luis, pero por suerte está buena. Es la mejor que hemos producido.
Les entregué una copia de la película y la empezaron a ver en muchas oficinas de primer nivel.
Entonces vino la reacción. La verdadera historia es que Amerena recibió la orden de echarla para atrás. Él se sacrificó y por eso renunció.
Buscaron obstaculizarla a como diera lugar, quitarle el final, no querían estrenarla, me pidieron que la aguantara pero (por suerte) la película ya estaba anunciada para estrenarse en Acapulco en el Festival de Cine Francés.Y ahí todavía quisieron pararla y se hizo un escándalo en todos los periódicos nacionales y luego en la prensa internacional. En Acapulco se estrenó en una sala llena, porque todo mundo ya sabía que era la cinta que intentaban censurar.
Después de Acapulco pretendieron estrenarla en algunos cines rápidamente (para quemarla) con copias de pésima calidad. La anunciaban a las cuatro y media y la exhibición la iniciaban a las tres y media, una hora antes para que la gente se fuera. O simplemente paraban la proyección y le decían al público que le regresaban los boletos porque el proyector ya no servía y los invitaban a ver otra película. Entonces se da una cobertura del New York Times, Wa-shington Post, El País y otros más con artículos que ya no hablaban de Amerena ni de La Ley de Herodes, sino de la contradicción que hay entre el discurso de libertades y el evidente esfuerzo por sabotear una película (y con ella la libertad de expresión). Fue la prensa internacional las que les preocupó porque las criticas iban dirigidas al Presidente Zedillo. Y también cabe decir que María Rojo ya subía a la tribuna de la Cámara de Diputados para denunciar la censura. Entonces se vieron forzados a entrar a una negociación conmigo y me ceden los derechos para distribuirla. De un día para otra las cosas cambiaron y la película quedó liberada. Debo pagarles el 60% que invirtieron.

J.A.F.: ¿Quién liberó la cinta?
L.E.:
No lo sé, pero fue alguien con mucho poder que les dio un hasta aquí.

J.A.F.: ¿Si la película no consigue juntar ese dinero y no logras cubrirlo?
L.E.:
Ellos seguirán siendo dueños del 60%, eso es todo.

J.A.F.: Del ingreso total de taquilla cuánto le queda al productor?
L.E.:
Es variable, pero es entre un 5% y 10% del total.

J.A.F.: ¿Planeas ya tu próxima película?
L.E.:
No, este año lo dedicaré a La Ley de Herodes



Respuesta exclusivas en canal100.com.mx de Luis Estrada

- Yo dialogo siempre con los actores. Es muy importante mantener la comunicación todo el tiempo.

- Cuando llegas a filmar es clave que todo el mundo esté haciendo la misma película, y para eso es indispensable hacer un trabajo intenso de escritorio previamente.

- Lo importante es que cada integrante de una película dé su mejor interpretación en beneficio de toda la cinta.

- Para mí es importante ser riguroso en términos de tiempos de producción. Detesto los tiempos extras. Soy el primero que llegó al set y también el primero que me voy cuando terminanos de filmar la última toma del día. Este trabajo es agotador. Me gusta hospedarme en un hotel yo sólo junto con mi equipo cercano y todas las noches reviso la filmación del día siguiente.

- La Ley de Herodes se filmó en 7 semanas. 3 se hicieron cerca de Puebla, una en locaciones de la Ciudad de México y otras 3 más en un foro de
Estudios Churubusco donde filmamos todos los interiores del pueblo a excepción de la iglesia.


- Filmar en foro es incomparable. Tienes el control de todos los elementos y puedes hacer el set como quieras. Siempre busco combinar unas semanas en foro y otras en locación. Ayuda a romper la rutina y a darle vida a la filmación.

- La Ley de Herodes incluye varios homenajes a la cinta Sombras del Mal, de Orson Wells, que es mi película favorita.

- A mí me gusta poner en pantalla toda una creación de personajes, escenografías, épocas y aJ.A.F.ósferas. Prefiero eso a mostrar la calle tal como es, eso no me interesa.

- Conforme vas filmando y editando corriges detalles que espontáneamente brincan y piden a gritos que los cambies.

- La Ley de Herodes se estrenó en 250 salas y en su cuarta semana todavía estaba en 190 cines. Necesitamos lograr más de dos millones y medio de espectadores para salir con las finanzas. Llevamos un millón.

- En La Ley de Herodes me olvidé de jugar con movimientos, grúas y cosas por el estilo, y dediqué el esfuerzo a poner todo al servicio de la historia. Creo que es la decisión más importante que he tomado. Había que concentrarse en contar un cuento, sin distracción alguna.

- Todas las grandes distribuidoras me hablaron, le di la película a Arte Cinema porque es una distribuidora mexicana muy bien organizada con la que puedo negociar de manera rápida y directa con los que toman decisiones. Hubiera sido muy difícil moverla (estrenarla) tan rápido con un gran distribuidor norteamericano que tiene su propia burocracia y toda una programación de cintas por estrenar.

- Gastamos 250 mil dólares en copias y cuatro millones de pesos en publicidad en La Ley de Herodes.

- La Ley de Herodes ayudará a la apertura del cine... pero sólo a ayudará.

- De ninguna manera puedo pensar que provocará la apertura definitiva.



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